Ya se va acercando la fecha de San Valentín y no dirijo mis palabras hacia quien lo disfruta en pareja y forma parte de sus celebraciones anuales. Mi reflexión va enfocada hacia las maneras que tenemos, y me incluyo yo también, de expresar el amor y la afectividad a los demás. Si ese día realmente forma parte de tantos otros que a lo largo de año han sido oportunidades en las que se ha ido demostrando el amor y el cuidado al otro, es totalmente coherente celebrarlo como cada cual desee. Si por el contrario es un día que viene precedido de meses de indiferencia, malos modos, maltrato, egoísmo…entonces es un día en el que solo se busca la foto en redes. Pero es una foto que no refleja la realidad de esa relación.
Hay muchas formas de demostrar el cariño y el amor. Con palabras, gestos, con detalles diarios que hacen que se perciba la preocupación por el bienestar y el cuidado de quien comparte nuestra vida. Hablo de parejas, de hijos, de la familia. De nada sirve que se muestre una imagen falsa y vacía al mundo cuando en la intimidad de la relación no se dedica tiempo y esfuerzo en saber qué necesita la persona que tengo al lado y cómo voy a conseguir que se sienta mejor.
Se pueden emplear horas en conversaciones o monólogos que no llevan a ninguna parte cuando realmente no me interesa volcarme en dar y transmitir cariño al otro. O se puede hablar mucho pero realmente no decir lo que de verdad pienso y necesito. Cuando hay un proyecto en común se busca cubrir las necesidades conjuntas y de cada una de las partes. Para ello hay que esforzarse cada día y ser valiente para expresar aquello en lo que no estoy conforme y valiente para escucharlo y cambiarlo. Y sobre todo generosos en los gestos y en la expresión de los sentimientos. Cada quien sabe si la foto que subimos a las redes es auténtica o no.