Superados los caniculares días del verano, en Antequera nos llega la Real Feria de Agosto. Y con ella, distintas formas de diversión toman cuerpo: ¡salgamos a la calle! Recuerdo una época en que… al asistir a una feria, celebración o fiesta, nuevas sensaciones dictaminaban nuestro proceder, la vestimenta, sin duda alguna influía en nuestro perfil, nos predisponía incluso la forma de arreglarnos el pelo. Esos cambios nos asaltaban cuando de alguna forma, queríamos, nos esforzábamos en realzar, no solo la imagen sino nuestros logros como persona ya adulta, aunque sólo estuviésemos en esa dura etapa denominada adolescencia.
Era el día de la Cruz, grande la celebración en aquella pequeña localidad. La verbena y el baile… con orquesta y vocalista. Los pasodobles, las coplas de moda y algún novedoso éxito del verano, sonaban en los instrumentos y la entonada voz de la guapa y bien ataviada cantante, para el placer y el regocijo de los valientes bailadores. Porque había que ser valiente para atreverse a salir a la pista y… ¡bailar!
He de reconocer, que me podía el miedo escénico, malditos pasos de baile, ¿cómo lo hacen? Y la impotencia subía hasta alcanzar niveles extremos en llegando alguien, con soltura y valentía, invitando a la persona a la cual habría yo solicitado el bailar, dado que mis ojos llevaban ya largo tiempo siguiendo su grácil figura viendo con cuanto encanto y gracia se desenvolvía. Pero como si el miedo me hubiera soldado los pies al suelo, allí permanecía ahora ya atónito, observando cómo la llevaban a pista y emprendían el tan deseado baile. Allí me sostenía con la mente en blanco, desestimando pensamientos mucho más drásticos.
No hay duda alguna que el tiempo nos enseña a dominar nuestras sensaciones y sentimientos, al menos así debería ser. Miren aquí que, hubieron de pasar muchos años, tantos que la forma del pelo y su peinado, dejaron de ser un problema, en la misma medida y cuantía que bajó el consumo del champú para el aseo capilar. Y llegó el momento oportuno…
¡Gracias Qbaila Andalucía!, no me cansaré de repetir. Con ellos, con estas personas que crearon esta fantástica asociación de baile, me llegó la oportunidad de aprender desde cero con pie firme y eficaz mis primeros pasos de baile. Y no van a ser los primeros, de ello estoy seguro pues, una vez aprendidos los elementales, el resto es como el transitar por la vida. Cuando se consigue estabilizar el cuerpo y se comienza el caminar ya no hay fronteras ni bailes a excluir, la paciencia y la constancia nos abren la pista.
No cercenen las ganas de bailar a nadie. Sean condescendientes con todas aquellas personas que deseen bailar, sin importar las modalidades y o formas a zapatear, apóyenlas. Animen inclusive a sus parejas al baile si usted no baila, deje que ella/él, baile con total y absoluta libertad, eso es una bonita muestra de amor que a buen seguro le vendrá devuelta multiplicada en su cuantía.
El baile no es sinónimo de tener que consumir alcohol y otras sustancias nocivas para nuestra salud. El bailador ha de tener una mente fresca y segura, sabiendo en todo momento dónde están sus límites. El baile nos libera y enseña a controlar nuestro cuerpo, a mantenerlo activo y capacitado física y mentalmente para el disfrute más sano, nos capacita para la más exquisita de las diversiones, para la más antigua forma de comunicación entre los seres humanos. La expresión corporal.
¡Acudan a la feria… diviértanse! ¡Bailen! Y vencerán el miedo escénico, en la pista y en todas las facetas de su vida. ¡Que disfruten lo más y mejor posible de la Real Feria de Agosto, es mi humilde deseo!
