domingo 20 abril 2025
InicioReligiónEpifanía 2025: ¿Qué voy a ofrecerle yo, hoy, al Señor?

Epifanía 2025: ¿Qué voy a ofrecerle yo, hoy, al Señor?

Se cuenta que Hans Lippershy, holandés y fabricante de gafas, allá por 1600 se encontraba trabajando en su tienda; y que unos niños entraron y se pusieron a jugar con algunas de las lentes. Él abstraído en su trabajo, no se dio cuenta. Los niños estaban encantados. Uno tomó dos lentes y miró a través de ellas por la ventana.

Y, ah sorpresa, vio la veleta de la torre tan cerca, que casi podía tocarla. Y comenzó a dar saltos y gritos de alegría. Lippershy advirtió el alboroto, vio lo que pasaba, miró por las dos lentes y con ese descubrimiento hizo el telescopio.

Pues bien, si tuviésemos un telescopio que alcanzara a los personajes del evangelio, descubriríamos que sus protagonistas se pusieron en movimiento siguiendo la luz de una estrella, que les condujo desde una lejana tierra, hasta un niño, el Niño de Belén.

(Y es que sólo encuentran al Niño, los que son capaces ponerse en camino y buscarlo.)
Si acerquémonos el telescopio al recorrido de esos personajes, observamos que en el camino dudaron y se detuvieron donde no tenían que haberlo hecho. Y advertimos que, porque preguntaron, se volvieron para atrás y encontraron la ruta que los llevó al lugar exacto para ver al Niño.

(Y es que sólo encontraremos a Jesús, aunque nos equivoquemos, si somos capaces de informarnos, reconocer nuestros errores, volver sobre nuestros pasos y ser constantes en su búsqueda.)

Y si ahora centramos el telescopio en los protagonistas, descubrimos que siempre van en grupo, y que en grupo se animan y se ayudan en la búsqueda.

(Y es que al Niño no se le encuentra en solitario, sino en grupo, en comunidad e Iglesia, así es como descubrimos y hallamos a Jesús.)
Y cuando acercamos nuestra lente al camino, nos encontramos que, cuando perdieron la estrella y se detuvieron en Jerusalén y preguntaron, los de aquella ciudad supieron orientarlos, ya que sus Escrituras les decían dónde nacería el Niño. Pero los que sabían y tenían las Escrituras e indicaron el camino, no vieron al Niño.

(También nosotros podemos saber la verdad, e indicársela a otros, pero puede ocurrir que, como a los habitantes de Jerusalén, nos quedemos a pocos metros del Niño.)
En fin, ya nos hemos aproximado tanto a los personajes que vemos hasta las arrugas de sus rostros, y ahora advertimos que al salir de Jerusalén y reemprender el camino y ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría.

(Y es que quien busca a Dios, siempre encuentra la alegría. Busquemos a Jesús hasta que se nos aparezca la estrella, pues no hay alegría comparable con la del Señor! “¡Buscad y hallaréis!”)

Y por último, cuando los magos encontraron al que buscaban, le ofrecieron lo mejor que tenían: oro, incienso y mirra.

(Si contemplamos esta escena en su conjunto, descubriremos que lo que quieren los magos es llevarnos ante el Niño, para que, como ellos, nosotros también le ofrezcamos nuestros dones. ¿Qué voy a ofrecerle yo, hoy, al Señor?)

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
¡Suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción)
 
NOTICIAS RELACIONADAS

Más recientes