domingo 5 mayo 2024
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Primer domingo de Adviento, ciclo C: Un tiempo para poner de ejemplo a la Virgen María

El doble sentido del Adviento: María y Jesús
Hemos llegado al tiempo de Adviento, un tiempo para poner como ejemplo a la Virgen María en el centro de nuestra vida. El Adviento tiene un doble sentido: prepararnos para la Navidad como María lo hizo, que recuerda la primera venida del Hijo de Dios a los hombres; y la preparación de nuestras vidas en la espera de la segunda venida de Cristo, al final de los tiempos. 
 
Durante las cuatro semanas que dura el Adviento, la Iglesia nos invita a los cristianos a prepararse para las fiestas  de Navidad, para que salgamos al encuentro del Señor que quiere nacer de nuevo, en la vida del cristiano. Y quiere que estemos vigilantes y en oración. 
 
Así acogeremos a Cristo en nuestra vida y le recibiremos dignamente. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. A la vez que nos recuerda la venida en la carne de Jesús, la Iglesia nos anima a preparar la segunda venida de Cristo a la tierra, cuando sea el fin del mundo, y a renovar con fuerza la expectación de esta postrera venida del Señor. Necesitamos una necesaria vigilancia. 
 
En el pasaje evangélico, vemos cómo Jesús habla a sus apóstoles de su segunda venida a la tierra. Y les dice: Vigilad sobre vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados por la  riqueza, la embriaguez y los afanes de esta vida, y no sobrevenga aquel día de improviso sobre vosotros. Es una vigilancia necesaria, basada en una oración continua, para evitar ser arrastrados por el mal. Y así poder estar en pie delante del Hijo de hombre cuando venga de nuevo. 
 
De una forma que sólo Dios conoce, la comunidad cristiana puede apresurar la venida final, ayudando a la humanidad a salir al encuentro del Señor que viene. Y lo hace ante todo, pero no sólo, con la oración. Las “obras buenas” son esenciales e inseparables de la oración, como recuerda la oración de este primer domingo de Adviento, con la que pedimos al Padre celestial que suscite en nosotros “el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras”. 
También es encuentro con Cristo. El Adviento es como una marcha: Dios viene hacia los hombres, y los hombres han de salir al encuentro del Señor. Es tiempo de esperanza y de purificación, a través de la oración y de la penitencia, teniendo presente nuestra vocación a la santidad y nuestra condición de hombres errantes, de peregrinos hacia la Patria Celestial, que nos lleva a vivir desprendidos de los bienes del mundo.
 
Pero sobre todo es también un tiempo para imitar a la Virgen María y que ella nos enseñe a recibir a Jesús; y para considerar nuestra misión apostólica: Dios nos ha confiado este tiempo de espera hasta la Parusía, para que anunciemos el Evangelio a todos los hombres. 
 
Pero la advertencia del Señor –estar siempre despiertos, pidiendo fuerza– no es sólo para el encuentro con Cristo al final de los tiempos, sino también para el encuentro con el Señor en el momento actual que estamos viviendo haciéndole presente en el hombre que sufre.  
 
Que la Virgen María en este adviento, nos obtenga la gracia de ser santos e inmaculados en el amor a su hijo y al hermano.
padre carmelita Antonio Jiménez
 
  
 
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