El breve evangelio que acabamos de proclamar arranca diciendo: “Cuando salió Judas del Cenáculo, dijo Jesús”. He ahí las primeras palabras de Jesús tras el lavatorio de los pies y la Cena eucarística.
Hay pinturas de los monasterios rumanos en las que se ve a Judas que sale del Cenáculo y vomita. Judas acaba de recibir el cuerpo de Cristo, pero no ha podido retenerlo, porque le quema. Tradición que viene a decir que quien traiciona a Cristo no puede identificarse con él en la comunión.
Pues bien, cuando sale Judas del Cenáculo, dice Jesús: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él”.
Ahora, ¿cuando se va a llevar a cabo la traición y se va a ver abandonado de todos? Ese “ahora” me recuerda la escena de la película de la Pasión de Mel Gibson, cuando Jesús cae bajo el peso de la cruz, y la Virgen, con un rostro transido de dolor, se acerca, y él en un esfuerzo supremo le dice: “¿Ves cómo ahora lo hago todo nuevo?”.
“Ahora es glorificado el Hijo del Hombre”. Ahora él va a vivir en su carne la ley suprema del amor, y por eso dice: “Hijos míos me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros”.
Los hombres estamos continuamente creando señales que nos distingan. Y, por eso, tenemos signos y banderas, necesarios y buenos. Pero la señal que nos dejó Jesús no tiene lugar a dudas. La señal: “por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis como yo os he amado”.
Estamos ante el corazón del Evangelio, que no es otro que el corazón mismo de Dios. Frente a nuestro amor egoísta –que ama sólo a las personas que son de nuestro agrado– Dios nos ama y nos hace agradables a sus ojos.
Frente a nuestro amor egoísta, el amor de Dios es creativo. Por lo que nos dice: “Amaos como yo os he amado”.
Amaos, poned amor en todo, aunque el amor os lleve a la Cruz. Poned amor aún en la misma Cruz, pues sólo así seréis hijos del Padre. Sólo así amaréis como ama Dios, con amor creativo. Amaos, como yo os he amado: este es mi mandato nuevo, este es el mandato del Resucitado. Amémonos con amor creativo, hermanos.
