sábado 22 febrero 2025
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VII Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de febrero: “Bendecir a los demás”

Hemos de reconocer que vivimos en una época de cambio en todos los sentidos. Y la Iglesia como seguidora de Cristo está llamada a acompañar al pueblo de Dios en aquellos cambios que contribuyan a la dignidad de la persona, los derechos humanos y el derecho de emigrar a otros países para poder sobrevivir.

En el Evangelio de hoy Jesús nos habla de los valores que ha de vivir cada cristiano: El perdón, la misericordia, amar a los enemigos. Y no olvidemos que en la acogida a los emigrantes que llegan de países más pobres, hemos de mostrar estos valores de los que nos habla Jesús en el Evangelio.

Para todos ha sido un gran escándalo mundial la decisión del presidente de Estados Unidos de deportaciones masivas de latinos que han logrado en Estados Unidos una mejor calidad de vida que en sus países de origen. Ante esta actitud descriminatoria con los latinos, el mismo Papa Francisco ha condenado la política de deportaciones masivas del presidente estadounidense.

El Papa lo ha hecho en una carta dirigida a los obispos de EE.UU pidiéndoles que se oponga a la discriminación de los migrantes. “Exhorto a todos los fieles de la Iglesia católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados” – señalaba el Papa Francisco.

Recordemos que el Papa ya había definido la hipótesis de deportaciones masivas como “una vergüenza”, pero esta vez ha ido más allá y ha dicho que considera que “lastiman la dignidad de muchos hombres”.

Creo que la denuncia del Papa es más que justa para que los cristianos a la luz del evangelio de mañana que nos habla de la misericordia y acogida a todos incluso a los pecadores, nos lancemos en una campaña de acogida y defensa de los emigrantes.
Volviendo al Evangelio de mañana domingo , vemos al evangelista Lucas tocar el tema que todo cristiano no puede obviar: el perdón y la reconciliación. Representa el vértice del mensaje de Jesús y es, desde luego, lo más determinante y característico de su predicación. Si el mundo lo asumiera conocería la paz y el progreso más asombroso.
Jesús no se detiene enunciando principios. Desciende a la realidad de cómo se comporta la mayoría de la gente en la calle, en la vida cotidiana. Y pide “hacer el bien a los que nos odian”. Manda “bendecir a los que os maldicen”. Para él no es suficiente la actitud pasiva ante la maldición pronunciada por el enemigo. Hay que responder con una respuesta positiva de bendición.

Tengamos en cuenta que una de las formas perversas de convivencia social y eclesial es la condena de los otros. Criticamos, juzgamos y condenamos en exceso. Y condenar es un signo de debilidad. Porque todos, y no solo unos pocos, somos pecadores. Y solo hallará perdón aquel que perdona. Según Jesús, convertirse, perdonar, es ser causante de alegría del cielo. “Hay más alegría en los cielos por un pecador que se convierte…” (Lc 15,7). Recordemos que Dios no condena nunca, perdona siempre.

Finalmente, pensemos como pensemos, ante el evangelio de mañana domingo, la última palabra del cristiano es siempre la misericordia y el perdón, una misericordia que no debe nunca, desde luego, minusvalorar a los ofendidos. La razón es que Dios es Padre de todos.
Desde Lima en Perú, les invito a tomarse un tiempo en esta semana para leer lentamente, y muchas veces, el evangelio del perdón y de la misericordia. Sólo así podremos quitarnos las cargas de los odios, rencores, y venganzas. Sólo así encontraremos la paz y felicidad que todo ser humano anhela.

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