He sido un privilegiado al que, en ese sorteo singular de nuestro Sol, me haya tocado escribir algo en el número de este 14 de junio, un día después del 13 de junio –festividad de San Antonio– y festividad mía. Un lujo que me ha hecho seguir pensando en San Antonio, y escribiendo sobre el Santo. Pero debo hacer honor al título de mi artículo, sobre ROMERÍAS. Este artículo empecé a escribirlo en mayo, en medio de una gran ROMERÍA que daba sus primeros pasos, la del ROCÍO, brillantemente desarrollada hasta el lunes de Pentecostés, ya en junio, y de otra gran ROMERÍA, la de la Virgen de la Cabeza, que ya mostró todo lo que tenía que mostrar el último domingo de abril.
Está claro que tanto la Romería de la Virgen de la Cabeza –de final de abril– como la de la Virgen del Rocío, que empieza a moverse en mayo, pertenecen a lo que yo llamo grandes ROMERÍAS. Un paseo por las televisiones autonómicas este mes de mayo me ha permitido conocer otras ROMERÍAS calificadas por mí, de pequeñas, aunque por lo observado en la actitud de sus gentes, son para esas gentes, auténticas grandes ROMERÍAS. Se llevó la palma, como casi siempre nuestra televisión regional andaluza.
Asistí –creo que en dos ocasiones, en años pasados y sin saberlo– a la ROMERÍA de la Virgen de la Cabeza. Coincidí con los romeros de Andújar en las cercanías de esta gran ciudad: ellos –los romeros– iban a su ROMERÍA; yo iba a pescar al embalse del Encinarejo, cuando vi aquella multitud que se aproximaba a las inmediaciones de este solitario pescador. Yo llegaba de Madrid en búsqueda de mis amigos pescadores de Antequera…
Mis encuentros con Los romeros del Rocío han sido más esporádicos y más extendidos en el tiempo. No en vano la ROMERÍA del Rocío empieza a mover a sus hermandades “de casi todo el mundo” durante el mes de mayo, con idea de que lleguen a la Aldea del Rocío no más tarde del 4 de junio. He presenciado “en vivo” la llegada de muchas hermandades al propio Rocío; en otras ocasiones he vivido la incorporación de algunas hermandades a la ruta camino de Almonte, y más de una vez me he detenido a escuchar a grupos de rocieros en Matalascañas, y en diversos parajes, como Bollullos del Condado, PAR y de la MITACIÓN, y la propia Basílica, antes del salto de la valla, para captar lo que El Rocío y su Virgen eran para ellos.
Pero, ante esta opulencia de las grandes romerías, he preferido siempre las romerías consideradas pequeñas. Permítanme resaltar a dos de estas pequeñas romerías, que no son de mayo, a pesar de que nuestra televisión regional andaluza las incluya en este mes, como muestras de romerías populares. Quiero referirme a la ROMERíA de la Virgen de Robledo en Constantina (Sevilla) y a la pequeña ROMERÍA de la Virgen de las Nieves; estas pequeñas ROMERÍAS, aunque no son de mayo, así aparecen este año en las páginas de Internet a las que he tenido acceso este año de “fervor explosivo”por las dos grandes.
Empecemos por Constantina, en la provincia de Sevilla, y su Virgen de Robledo, mantenida en su ermita desde el 4 de agosto: todo está previsto para su gran ROMERÍA del 28 de septiembre.
La segunda “pequeña”, a pesar de no ser de mayo, atrajo mi atención. Se celebra en Monachil, con una Virgen pequeñita y blanca que se lleva a hombros desde la plaza de Pradollano hasta los pies del Veleta, con un recorrido de unos 45 kilómetros. Todo transcurre la madrugada del 5 de agosto, durante 9 horas de subida montañosa en silencio.
Éstas son las dos ROMERÍAS que yo llamo pequeñas. No son de mayo. Par sus ciudadanos son tan grandes como las grandes. Debo decir que este año, la televisión regional andaluza se está excediendo con la Virgen del Rocío: los cruces del Guadalquivir por Coria y Sanlúcar, así como el número creciente de Hermandades que a ello se apuntan, llenan los espacios televisivos, a medida que se va acercando el lunes de Pentecostés, el salto de la valla, y la protección de la Virgen para todo: almonteños y no almonteños.