sábado 21 septiembre 2024
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El trinitario padre Antonio Elverfeldt, trasladado a Granada

Jesucristo sigue presente en nuestras vidas, gracias también a la labor de los nuevos apóstoles, como el caso de muchos sacerdotes que dejan huella, saber estar, vivir en el Evangelio, de lo que es ejemplo el trinitario alemán padre Antonio Elverfeldt. La comunidad trinitaria ha decidido trasladarlo a Granada a partir del 1 de septiembre, para dirigir la escuela de formación de novicios y la parroquia granadina. El jueves 1 de agosto se lo comunicaban, este lunes 5 se despedía de su parroquia, de Prolibertas y de sus amigos, así como este mismo martes 6 se trasladaba a Alemania para pasar unos días con su familia. 

Antonio “El Alemán”, como es conocido cariñosamente, vino a Antequera en 2004, un año después que el padre Antonio Aurelio, quienes en 9 años formaron un equipo que rozaba la perfección de pescadores de hombres para predicar la Buena Nueva, que tanto se precisa en nuestro día a día.
Supieron renovar la misión trinitaria en nuestra ciudad, por medio de la Fundación Prolibertas, con la que su orden recuperaba sus raíces de ayuda a los marginados, a los excluidos socialmente, a los “rescatados” del voraz mundo que hoy padecemos.
Nacido en Friburgo en 1966, estudiaba Económicas y Empresariales cuando se trasladó a aprender español a Colombia. A su regreso, empezó su formación entre Inglaterra y Alemania, llevando el Márketing de Mercedes. Era el año 1997 y participó en una Eucaristía donde recibió la llamada de Dios y lo dejó todo, para ayudar a los necesitados.
 
Tras su formación entre Granada y Jaén, su primer destino formal es Antequera donde ha sabido conectar con una feligresía y gente que quieren ser discípulos, ayudando como voluntarios en la misiva trinitaria.
Ahora, el Señor, le abre un nuevo camino, para formar a los jóvenes que empezaron como él, así como dirigir una parroquia en la capital granadina.
 
Deja aquí triste, una familia, la trinitaria antequerana, que encontró en él ese Espíritu Santo que está junto a nosotros, pero nos empeñamos en no verlo. Deja huérfana a una comunidad seglar que despertó de su letargo. Ahora, como él nos decía: “Os toca a los seglares a mantener la llama de Dios entre vosotros y seguid anunciando a Cristo”.
 
Se va un gran hombre, un cura bueno, cercano, próximo, ejemplo de que otra Iglesia es posible, viviendo el Evangelio de una manera distinta.
 
 
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