sábado 27 abril 2024
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Gracias, don Manuel Cascales Ayala

Vino hasta Antequera –dos tercios largos de su vida han transcurrido en ella, que se lo pagó dándole un encantadora esposa y una hija que es un sol— y no contento con su cometido inicial, no paró –ayudado por sus diez sucesivos alcaldes— hasta conseguir el Museo Municipal que en presencia de los entonces Príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía, el ministro Sánchez Bella, proclamó «el mejor museo español en manos no estatales», así de bien lo proyectó Manolo Cascales, así gestionó aquel «tripartito» Iglesia-Ayuntamiento-Caja de Antequera: la Iglesia cedía bienes para su exposición, el Ayuntamiento, sobre todo, y la Caja –de la que fue consejero de Cultura— sufragaban. Conseguido el acuerdo, Manolo logró de familias antequeranas, que le cedieran riquezas histórico-artísticas de enorme antigüedad, y la Iglesia y sus parroquias, cuadros ennegrecidos por el tiempo, que cobraban luz y esplendor tras las restauraciones, o enseres cofrades que se exponían todo el año salvo los días de las procesiones, o vestigios romanos en forma de lápidas, con apoteosis final cuando consiguió del Ayuntamiento que «El Efebo de Antequera» enriqueciera y distinguiera nuestro Museo. O las espectaculares obras de Toral. Y entre unas cosas y otras, entremezclaba estudios de libros y tratados antiguos, logrando un imponente «fichero», con el que «iluminó» reediciones de libros antiguos, enriqueciéndolos.

Si toda esta labor resulta grandiosa, la engrandece aún más el hecho de que se movía en tiempos de presupuestos municipales muy bajos, de penurias, y ahí demostró que «querer es poder», pues ni esos motivos insoslayables para cualquiera, lo fueron para él…

En fin; Manolo Cascales vino como director de la Biblioteca de calle Tercia, donde contó con la ayuda de aquella ejemplar funcionaria que fue doña Remedios Tomás, lo que también le ayudó a embarcarse en otras tareas de las que presume Antequera. Biblioteca y Museo los enriqueció con grabados y dibujos antequeranos que él supo descubrir por todas partes, como hizo con el Museo, con alguna obra desaparecida de la ciudad y encontrada por él en anticuarios de todas partes con los que supo hacer de «tratante» para que fueran asequibles a los presupuestos municipales… Y los frutos le llegaron: el Ayuntamiento que presidía Francisco Ruiz Rojas, le hizo Antequerano de Adopción, en uno de sus mayores aciertos… pero los miles de visitantes que llegaban hasta el Museo, se volcaban en elogios, desde los hoy Reyes o Severo Ochoa hasta el más joven de los estudiantes de tantos Institutos y escuelas que incluyen Antequera en sus Viajes de Estudios por Los Dólmenes y El Torcal, por sus iglesias… y por su Museo.

¡Lástima que por unos meses no haya podido jubilarse como director del nuevo Museo! Pero le quedará el convencimiento de que esa nueva maravilla de la Ciudad tiene mucho suyo, muchas horas de labor, de dedicación, de amor a Antequera. Por todo ello, ¡gracias don Manuel!

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