Como su propio nombre indica, una diverticulitis es una inflamación de un divertículo. La siguiente pregunta es evidente: ¿qué es un divertículo? En ocasiones el intestino de una persona puede presentar pequeñas bolsas, es decir, diminutas hernias en su pared. Cada una de estas bolsitas es un divertículo y los pacientes que lo presentan sufren una enfermedad denominada diverticulosis. Esta enfermedad tiene una incidencia mayor en la parte baja del intestino grueso (colon) y a partir de los 40 años de edad.
La diverticulosis se produce o por una debilidad en una zona concreta de la pared intestinal, o por el exceso de presión que soporta en su interior la pared del intestino. Recordemos que los músculos de la pared intestinal tienen que contraerse fuertemente para hacer avanzar las heces. Sea como fuese, la diverticulitis surge cuando se acumulan heces entre los divertículos, se inflama y se infecta la zona incluso pudiendo perforarse la pared del intestino (absceso). Un diagnóstico tardío pudiera tener un fatal desenlace al igual que ocurre con otras patologías de este tipo como la apendicitis. Los síntomas son inespecíficos: fiebre, dolor abdominal, nauseas y vómitos. El diagnóstico se confirma con un Tac y un análisis de sangre que muestra una elevación de los leucocitos (glóbulos blancos).
El tratamiento de la diverticulitis es hospitalario, cursa con dieta absoluta, administración de antibióticos y analgésicos y en algunas ocasiones es necesario una intervención quirúrgica. Para prevenir tanto la diverticulosis como la diverticulitis es necesaria la ingesta habitual de fibra alimentaria en nuestra dieta y por el contrario muy poca grasa. En cualquier caso los divertículos una vez formados no desaparecen. Hay que beber mucha agua para mantener las heces bien hidratadas para que circulen sin problemas por todo el intestino. Hay que dar muchas gracias a Dios porque patologías como ésta se pueden complicar mucho, incluso hasta tener un fatal desenlace.
