sábado 18 mayo 2024

La calle

Antequera es una ciudad segura de la que presumimos todos los ciudadanos. Nos movemos con absoluta confianza por sus calles y plazas sin ningún temor. Y nos sorprenden las cosas que ocurren que escapan a nuestro control. En pleno Centro, a una hora temprana de la noche, con el sigilo de un avispado jovencito fui abordada por la espalda y despojada a la fuerza del móvil. La rapidez con la que actuó evidencia que está bien curtido en esos trabajos. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. El fuerte impulso que empleó para hacerse con él, acabó con el teléfono rodando por el suelo, la batería, pantalla y carcasa, esparcidas en la calzada como si acabaran de librar una guerra entre ellas. Servidora contemplaba aturdida y el joven, con la misma prontitud con la que se había apoderado de él, recogió las piezas y echó a correr. Ágil como una gacela se perdió en segundos del alcance de mi vista. Antes de que esto ocurriera le ofrecí dinero a cambio de que me devolviera el desastre en que acababa de convertir a mi móvil. Me ignoró. No supo qué contestarme, pero sostuvo su mirada, unos segundos, sobre mi apenado rostro.

Una vez realizada toda la burocracia exigida hasta verme con la copia de la denuncia compartiendo espacio en el bolso, me quedé en mitad de la nada preguntándome cómo iba a sobrevivir un par de días sin tener a mano el imprescindible. Y la preocupación siguió en aumento cuando pensé en la  cantidad de contacto perdidos, la intimidad atacada y tirada, en una calle que las sombras de la noche van oscureciendo tratando de imaginar qué pueden pensar quienes han dejado de recibir el saludo de cada día. ¿Los habré borrado definitivamente? ¿Creerán que estoy enferma?  Me achacarán todo tipo de problemas por mi silencio. He de reconocer que he estado cinco días sin el móvil y las horas cunden más sin el aparatejo. Solo cinco días ha durado la tregua. Ya estoy comunicada y precavida. Avisada de que no puedo hacer uso en la calle si no me cercioro de estar protegida por otros transeúntes y enterada de que la nube es nuestra aliada en caso de extravío. He sacado una enseñanza: prestarle menos atención al móvil.

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