sábado 18 mayo 2024
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Pablo enamorado

Para el Día de la Mujer hubo una actividad, dirigida a adolescentes, sobre «Relaciones afectivas en igualdad». La misma fecha (sábado 12), un editorial de prensa, amenazaba con este título: «Todos iguales, o nada». Luego se entera uno con alivio que se trata sólo de igualdad jurídica, porque la nada como alternativa no hace mucha gracia.

Más descolocado le deja a uno el empeño en pasar el rodillo igualitario sobre las relaciones afectivas. Sobre todo, después de oír decir esto a una niña de cuatro años a la puerta del parvulario: «Pablo está enamorado, pero yo no quiero». A sus tres años y medio, Pablo tiene un corazón que no le cabe en el pecho y ya empieza a tener su currículum amoroso.

 

Más tarde, un niño de nueve años está haciendo sus deberes. Hoy toca el magnetismo: polos de signo contrario, se atraen; los del mismo signo se repelen. Y el niño ni se inmuta, ni el libro le pone a aquello mayor énfasis. Como si fuera la cosa más anodina, una pena.

 

Por si hiciera falta confirmación a esto de la polaridad, en la sobremesa, una bióloga muy expresiva explica en un reportaje de «La 2» la elaboración de los mecanismos de cortejo de los animales, en los que la hembra suele llevar la iniciativa. Y lo remata así: «La selección natural es ingeniería, la selección sexual es arte».

«¡Qué arte!», dicen por Sevilla. Pues eso: el secreto está en la diferencia, cosa que Pablo ya sabe. ¡Y cuánto se avanzaría en la superación de la violencia machista si se enseñara que lo que se ama no es sino la diferencia! ¡Todos diferentes, o nada! Ni polos magnéticos, ni selección natural, ni pasión amorosa: Nada.

Nota. Ojo a esto: un adolescente se inicia en el maltrato machista cuando, en 2º o 3º de ESO consigue que una joven profesora («la sustituta») salga llorando de clase. Impunemente.

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