Me parece que vale la pena leer la letra de Zorra, simplemente para saber lo que somos capaces de llevar a Eurovisión. Y creo, sinceramente, que hemos tocado fondo. Creímos que después del Chiquilicuatre no cabía mayor decepción, pero mira por dónde, este año, vamos a dar el golpe.
Si alguien les hubiese dicho a las mujeres que fueron pioneras en su lucha por conquistar la sociedad, que muchos años más tarde, unos artistas que no eran conocidos ni en su casa, con nombre poco claro, nos pretendieron insultar y quitar todo el empoderamiento conseguido con esfuerzo y sacrificio, no hubiesen tenido coraje suficiente para ser perseverantes.
Zorra tiene su significado y no nos ha hecho ningún favor. Por muchas declaraciones aparecidas en la prensa, por más explicaciones que traten de darnos, no se puede entender que, en un país donde la violencia de género tiene cifras más que preocupantes, se permita que una canción con connotaciones negativas nos represente en un festival que se transmite a muchos millones de personas. No puede ser cierto que las mujeres andemos tejiendo y destejiendo para dejar a los hombres el sitio preferente, el privilegio de adueñarse de lo que pensamos o sentimos. Y lo peor, que hay muchos jóvenes que no solo no les han dado importancia a estas barbaridades, sino que jalean la canción como si fuera una hazaña que hay que tener presente.
Es un hecho demostrado que, en este país, que no servimos para escuchar y sí para vociferar y ser demasiado intensos, dejamos rendijas abiertas para que se cuelen estos artistillas de segunda fila que son capaces, como el rey Midas, de convertir en oro todo lo que tocan, y están tocando mucho.
A la gran mayoría de mujeres nos deberían importar que España lleve esa mamarrachada al mundo, no somos lo que refleja la maldiciente letra, que no nos confundan ni traten de darle otro tipo de interpretación. No la tiene. Y duele pensar que más de uno se haya sonreído al escuchar la canción y piense para sus adentros lo acertada que es.
