sábado 18 mayo 2024
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Rufián en el Congreso

Cada día que amanece me sigo preguntando qué nos queda por ver en el terreno político y qué actos vomitivos y repugnantes saldrán de las actuaciones de los hombres. Viene esto a colación por la última pieza horrenda en el Congreso de los Diputados.

 La intervención de Gabriel Rufián, que podrá portar títulos de ser diplomado en relaciones laborales y máster en dirección de recursos humanos además de todo un experto en selección, formación y comunicación, debe ser sancionada con dureza.

Este diputado, uno más de esos que han partido España, que debiera estar cumpliendo penas de cárcel no por hablar y estar en libertad, sino por coartar la libertad de los demás, se jacta, se ríe y lanza toda su batería contra el presidente del Gobierno. El diputado catalán ha mostrado una bajeza intelectual y un odio que solo ha servido para ver que ese ejemplo y otros muchos son los que han conducido a Cataluña a posicionarse en el lugar en el que se encuentra.
Mostrar los grilletes, las camisetas y las impresoras son los elementos de una artillería de todo aquel que inseguro, por no saber defenderse, está siempre a la ofensiva más agresiva, sin escrúpulos. Dicen que Ana Pastor va a apercibir a Rufián y lo va a llamar al orden. Le mirará con fijeza y le reprochará su actitud. Pero, visto lo visto, este Rufián seguirá en las suyas. La próxima vez bien podrá llevar un arma –espero sea de plástico– para tratar de impresionar y querer no emular a Tejero, sino a esos miembros de la izquierda radical que están siempre locos por cargar con fuerza y acabar con su adversario. 
 
Gabriel Rufián, pese a quien le pese, representa el independentismo más exacerbado y el odio más execrable, pero le da absolutamente igual. Las redes sociales van marcando la pauta, el minuto de gloria, las visitas y, en eso, sabe que es todo un crack. Y, no solo él, sino media Cataluña. Una media Cataluña que no va a escatimar ahorros, dicen ellos, en poner colores amarillos para reclamar la libertad de unos que llaman presos políticos,  pero que se convirtieron en los meses de septiembre y octubre en los golpistas de una España que nunca debió achancarse.  
Esperemos que Rufián tenga los días contados, pues de lo contrario el Congreso se va a convertir en un polvorín de impresoras, tintas, esposas y armas de plástico. En breve lo veremos.  
Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
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