Nos deja una institución de la Enseñanza local, Sor Gloria, religiosa de la congregación franciscana de los Sagrados Corazones de Jesús y María que fundara la Beata Madre Carmen, en el mundo, Matilde Catena Sevilla, profesora del Colegio María Inmaculada.
Había nacido en nuestra ciudad, en 1925, hija de Francisco Catena, maestro en el Colegio de San Luis, y profesor del Instituto “Pedro Espinosa”, desde su fundación. El profesor Catena honró estas páginas con apreciables colaboraciones sobre el mundo de la Educación y la Enseñanza.
Matilde, ingresó en el Noviciado de Nuestra Señora de la Victoria en 1947, formándose como docente como profesora de Historia, en su especialidad de Arte. Su primer curso como profesora fue el de 1958, hasta 1966 en que fue trasladada a otro centro franciscano, para volver en 1982 permaneciendo en su cargo hasta el año 2010. Ese año, se trasladó a Tiana, otro Centro de las religiosas de Madre Carmen, donde entregó su alma al Señor el pasado viernes día 31 de octubre.
Sus numerosísimos alumnos, muchos de ellos hoy profesores, han sentido la triste noticia y para la Ciudad en sí, se trata de otra más de esas personas modestas que, sin duda por involuntario olvido, se quedan sin recibir la distinción que se ganó por su magisterio. El próximo miércoles, 19 de noviembre, se le dedicará una misa a las 19 horas en la iglesia de su Colegio María Inmaculada.
Marcó una época en la Inmaculada junto a Sor María José
Sor María Gloria formaba con Sor María José (religiosa que recibió la gracia del milagro de la Beata Madre Carmen, quien está hoy en Tiana) una pareja de religiosas-maestras que marcaron una época en el Colegio María Inmaculada entre los 80 y los 90.
Sor Gloria era ferviente seguidora de Cristo, por medio de la congregación franciscana. En clase, mostraba sus conocimientos, con rectitud, con sabiduría, dejando claro que el profesor enseña y el alumno recibe los conocimientos. En épocas en las que no existían ordenadores, ni internet… se encargaba de recopilar postales y diapositivas para ofrecer sus nociones de arte, no sólo de palabra, sino con imágenes, trabajo que agradecían los alumnos al poder contemplar las maravillas que el hombre ha realizado a lo largo de la historia.
Fue también pionera a la hora de completar la exposición de cada época histórica del mundo, con datos de nuestra historia local, con el fin que sus alumnos conocieran y amaran a su tierra, desde la relevancia de Los Dólmenes, la Reconquista del Infante don Fernando, hasta el Renacimiento o el Barroco de sus templos.
Fue encima investigadora, como demuestra su pionero descubrimiento de la planta mixtilínea de la iglesia conventual de Madre de Dios de Antequera, única en el mundo, algo que el propio José Antonio Muñoz Rojas destacó en uno de sus libros.
Pero su pasión eran las clases en su colegio, en el María Inmaculada, a las que se dedicó en cuerpo y alma. Luego, fuera de ellas, sabía acercarse al alumno y estar como maestra de la vida. Nunca le gustaba estar en primera fila, pero siempre sus alumnos se dirigían a ella al visitar la Inmaculada.
Allá arriba, estamos seguros que la habrá recibido Madre Carmen, empezando su nuevo trabajo, dar clases de Historia de Antequera junto a su padre Francisco Catena y José María Fernández, del que siempre nos hablaba.
Nos deja una mujer, una religiosa, una maestra, que forma parte de la vida de muchos alumnos que pasaron por las aulas del Colegio, cuyo nombre no olvidaremos, ya que nos mostró la bondad de Madre Carmen, la sabiduría de los profesores, el amor por esta ciudad que nos encargara el Infante don Fernando, y el apoyo y respaldo que siempre nos da una madre en nuestra vida. Sin duda, “¡Bendito sea el Señor que tanto nos quiere!”.
Descanse en paz, enseñe a los del Cielo todo lo que aprendió e investigó y sembró aquí en la tierra, y rece para que sigan surgiendo vocaciones de monjas, de profesores y, por supuesto, de amantes de esta bendita tierra que es Antequera, como lo ha sido usted. Más información, edición impresa sábado 8 de noviembre (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).
