viernes 3 mayo 2024
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Descansa en Paz un buen hombre, un carpintero de bien, un devoto de la Cofradía de ‘Abajo’ que recuperó al Niño Perdido: don José Castillo Vegas 

En un mundo donde nos dejamos llevar por la inmediatez, tan atrapados con las redes sociales, no nos paramos unos momentos a pensar en los buenos momentos y grandes personas que nos ofrece la vida.

 

Una de ellas es don José Castillo Vegas, que nos dejó este martes 27 de octubre a los 83 años. En este aludido día a día, se van perdiendo profesiones artesanales como las de carpintero, en la que Pepe fue premio nacional de Formación Profesional en 1954, dedicando su vida en su recordado taller en la Cuesta de San Judas.

Antes que el Turismo fuera parte del decorado de nuestras calles, ¿quién no hizo una parada al subir por las escaleras para verle trabajar en su taller?

De familia de “Abajo”, devoto de su Dulce Nombre de Jesús y de la Virgen de la Paz, fue hermano mayor entre las Semanas Santas de 1992 y 1993. Como buen miembro de una familia cristiana, adoraba lo que sus padres y abuelos le transmitieron, entre muchos de sus valores, tuvieron mucha devoción al Niño Perdido que dejó de procesionar con la Cofradía.

Cuando fue hermano mayor consiguió que volviera a salir a la calle en 1993.Persona que huía de protagonismos, de primeras filas y de esa acritud que se le tilda a algunos cofrades.

Era como San José, fiel carpintero, siempre quería pasar desapercibido. Su mayor amor, su mujer, María Teresa; su legado, sus hijos: Pepe, Juan Jesús, Elisabeth y María Teresa. Y sus predilectos, sus nietos. ¡Cómo disfrutó de ellos!

Se jubiló, se quedó en su casa del Barrio de Santiago, con mucho arraigo de su familia de generaciones atrás. Nunca nos olvidaremos las anécdotas que compartió en sus trabajos en los conventos de Santa Eufemia y Capuchinos.

Amigo de los de verdad, antequerano de sentimiento. Cofrade de La Paz hasta la médula, pero respetuoso y feliz de ver las devociones del resto de cofradías. Este jueves 29 a las 16 horas fue despedido como a él le gustaba estar, con los suyos, en Capuchinos.

Nuestro corresponsal en el Cielo nos manda un mensaje en el que nos dice que el Dulce Nombre de Jesús, su Cristo, le mandó llamar, no se había olvidado de tanto que hizo en la tierra por Él.

El peso de su cruz por esta pandemia le ha estropeado el madero y no había mejor artesano que Pepe Castillo para enmendar el daño causado. Lo primero que hará al terminar su faena será buscar a la Virgen, para ver su rostro de Paz, pero habrá bajado por unos instantes a Antequera para consolar a su esposa, hijos, nietos y amigos.

Descansa en paz un buen hombre, un humilde carpintero, que lo dio todo por su familia, por su tierra y por su Cofradía de “Abajo”. Nunca te olvidaremos al recordar lo que tallaste con su forma de ser.

Más información, próximas ediciones www.elsoldeantequera.com y de papel, el sábado 31 de octubre de 2020 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción). 
 
 
 
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