viernes 26 abril 2024
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En brazos de su Cristo Verde, de la Virgen del Mayor Dolor y del Socorro, se nos fue un hombre bueno, Ramón Guerrero

Este año 2012, maldito por la cantidad de amigos, de grandes antequeranos, que se nos llevó, se despidió con la desaparición de un hombre joven, de un gran antequerano, de un eficiente empleado, de un extraordinario cofrade, de un gran padre y fiel esposo: Ramón Guerrero Fernández, fallecía este 31 de diciembre.
 
Repartía sus amores entre la Virgen del Mayor Dolor, de la que fue muchos años hermanaco, hasta que la enfermedad que pudo con sus inacabables fuerzas, pero no con su entusiasmo, con su humanidad y capacidad de servicio a los demás, siendo relevado en su puesto por su hijo. Del Cristo Verde, de cuya Cofradía fue uno de sus más jóvenes hermanos mayores, logrando, por ejemplo, enriquecer su procesión con la presencia de la Legión, o darle a Antequera un Lunes Santo impensable hasta entonces. Y de la Virgen del Socorro, siguiendo la tradición familiar. 
 
A ese reparto de amores hay que añadir el infinito que sentía por su esposa, Mati; por sus hijos Matilde del Socorro y Ramón; por sus hermanos naturales y políticos, por sus muchos amigos, amor que se puso de relieve en las visitas al tanatorio, en el sepelio celebrado en San Sebastián el día 1, donde la Cofradía del Mayor Dolor, dispuso su guión junto a su féretro, habiendo engalanado el altar de sus titulares de forma muy especial, “como él se merecía”, según nos dijo Trini Calvo, su hermana mayor, y donde el párroco don Antonio Fernández, dirigió unas palabras muy profundas, muy sentidas, reconfortantes para la familia, cerradas con las oraciones que rezó ante el altar de la Virgen y el Señor del Mayor Dolor, como sentidas y reconfortantes fueron las de los sacerdotes padres Antonio Ramos, que le dio la indulgencia plenaria y Carlos y Luis Pérez, en los responsos que rezaron en la propia funeraria.
 
Lleno en San Sebastián, con el alcalde al frente de representaciones de Cofradías y Hermandades, de firmas y empresas (entre ellas de sus compañeros de Escalante Aguilar), de particulares que quisieron estar con él en su adiós, al tiempo que querían acompañar a su esposa, hijos, hermanos y familiares, en su dolor.
 
En fin, Ramón se fue a tener más cerca a sus “Vírgenes”, a sus “Cristos”, a quedarse para siempre junto a sus padres Ángel, Valvanera, y Matilde, a sus hermanos Neri, Juan y Pepa, que le acompañarían a presentarse ante Dios, con su bagaje de esposo y padre ejemplar, de hombre bueno, sencillo, trabajador, creyente profundo y antequerano amante de su tierra.
 
Descanse en Paz y que el Señor conceda resignación a su esposa, hijos, hermanos, padre político, familiares y amigos. 
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