domingo 27 abril 2025
InicioReligiónDomingo XIV del Tiempo Ordinario, 5 de julio de 2015: “Ni siquiera...

Domingo XIV del Tiempo Ordinario, 5 de julio de 2015: “Ni siquiera sus hermanos creían en Él”

La Palabra de Dios de este domingo XIV del Tiempo Ordinario es maravillosa. Es clarividente, parece que nos lleva a la época de Jesús, pero ojo, no nos engañemos, también en el momento presente, o sea en el nuestro, se hace realidad… Nadie es profeta en su patria, ni en su familia, ni en su Iglesia. Cristo Jesús tuvo la peor acogida precisamente entre aquellos que se creían más cerca de Él y más cerca de Dios. 

No es el amor, sino la costumbre y la rutina lo que nos hace ciegos. Esta verdad se hace evidente en el Evangelio de hoy. Pero nos olvidamos fácilmente que también se vuelve contra nosotros como una luz que nos denuncia. ¿No somos hoy nosotros esa familia del Señor, esos doctores de la ley, esos propietarios de la verdad, esos creyentes tradicionales que dudaban de Jesús? Entre Jesús y los suyos, la decepción fue mutua. 
 
“Ni siquiera sus hermanos creían en Él”, nos indica el Evangelio de San Juan. Y para sus paisanos de Nazaret es un escándalo. Será  por eso que Él mismo se sorprende de su falta de fe. En medio de ellos, Jesús tropieza con la mentalidad más estrecha. Jesús buscó en vano la fe en todos aquellos que se consideraban como los especialistas y los posesores de la verdad: los fariseos, los escribas, los sacerdotes, los devotos. 
 
Y la encuentra con creces donde nadie lo hubiera esperado: en los paganos, los pecadores, los ignorantes y los pobres. Él sufrió más por culpa de los fieles que de los extraños, más por culpa de los creyentes que de los que no creían. Y finalmente fue crucificado por todas las autoridades de su pueblo. Toda su vida sintió nostalgia de los paganos. 
 
Sus choques con la resistencia obstinada de su comunidad religiosa le hacían suspirar por el encuentro con almas nuevas. Todavía hoy: ¡Cuántos se convertirían a Jesús, si su imagen no estuviera tapada y
desfigurada por quienes nos creemos sus representantes y casi sus propietarios! El mayor problema de nuestros días no es la fe en el Señor, sino la posibilidad de confiar en la Iglesia. 
 
Esto nos lo está recordando su Santidad continuamente, ¡pastores! tenéis que oler a oveja… El verdadero cristianismo no es ni hereditario, ni tradicional: es un encuentro muy personal con Jesús. Y ese encuentro profundo con Él es siempre desconcertante. La Iglesia no es más que los cristianos. 
 
Si nosotros no cambiamos, es inútil acusar a la Iglesia. No es la pertenencia a una comunidad lo que nos salva, ni tampoco lo que nos condena. Esa reforma que esperamos de la Iglesia, hemos de comenzarla por nosotros mismos, por nuestras comunidades. En aquel tiempo era hermoso pertenecer a Jesús. Pero había que dejar a los padres y hermanos, para seguirle. Había que hacerse como niños y aceptar y aprender todo de nuevo. 
 
Hoy, nosotros los hombres actuales, creemos que ya lo sabemos todo. En aquel tiempo era necesario saltar todos los obstáculos y arriesgarse a comenzar, sin aguardar a los demás. 
Queridos amigos y hermanos, también nosotros queremos ser de Jesús. Pero debemos cuidar de  no rechazarle como lo hicieron los suyos en aquel tiempo. No confiemos demasiado en nuestras buenas costumbres y tradiciones cristianas. Que no nos pase que la rutina religiosa nos tape la visión hacia el Jesús verdadero. Mantengámonos abiertos a los caminos del Señor, las cosas sorprendentes y las exigencias extrañas que Él nos pide. 
 
Cultivemos también una actitud permanente de conversión interior. Busquemos una relación profunda con Cristo, y una unión personal con su Madre, la Santísima Virgen María. Entonces sabremos escucharlo y reconocerlo. Solo viviendo el encuentro con Jesús de esta manera no sentiremos reparo alguno en aceptarlo. 
 
padre carmelita Antonio Jiménez López 
Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
¡Suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción)
 
NOTICIAS RELACIONADAS

Más recientes